sábado, 21 de marzo de 2020

El KERYGMA

   El anuncio del kerygma es el núcleo o centro de la fe cristiana. Este es el mensaje más importante que los cristianos han de creer, vivir y predicar.

1. ¿QUÉ ES EL KERYGMA?

     Veamos primero una definición breve del origen de la palabra kerygma para comprender más fácilmente su significado.

Etimología de la palabra kerygma

    «El término kerygma proviene del griego «κήρυγμα» ('anuncio', 'proclamación') y significa 'proclamar como un emisario'. ​ Se trata de un género literario bíblico de sesgo oratorio que actualmente podría estar representado como el anuncio de una buena noticia» (definición tomada de Wikipedia).

     En el cristianismo este kerygma viene a llamarse como "el primer anuncio", ¿cuál anuncio?, el anuncio del Evangelio, es decir, el anuncio o proclamación de la Buena Noticia, buena noticia que es el mensaje de Jesús.

EL PRIMER ANUNCIO

     Pero surge una pregunta: ¿en qué consiste ese primer anuncio? ¿de qué trata? La respuesta la encontramos en la Sagrada Escritura. El apóstol san Pablo lo explica muy bien cuando escribe a la comunidad de Corinto hablándoles acerca de la resurrección de los muertos:
«(1)Ahora, hermanos, quiero que se acuerden del evangelio que les he predicado. Este es el evangelio que ustedes aceptaron, y en el cual están firmes. (2)También por medio de este evangelio se salvarán, si se mantienen firmes en él, tal como yo se lo anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano. (3)En primer lugar les he enseñado la misma tradición que yo recibí, a saber, que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; (4)que lo sepultaron y que resucitó al tercer día, también según las Escrituras» (1 Co 15, 1-4).
     Si leemos detenidamente este texto vemos primeramente que existe un evangelio que se ha predicado desde un inicio (v. 1); segundo, se nos habla que de ese evangelio o buena noticia hay algo que se anuncia en primer lugar (v. 3) y que se ha ido transmitiendo por tradición; y en un tercer momento, se expone lo qué contiene esa primera enseñanza o primer anuncio: «que Cristo murió por nuestros pecados...que lo sepultaron y que resucitó al tercer día...» (v. 3-4). 

     Resumiendo hasta aquí, el kerygma o primer anuncio para los cristianos ─dicho en una frase─ vendrá a ser "el anuncio de Cristo muerto y resucitado". Y este anuncio es la base y el fundamento de toda la fe cristiana (cfr. 1 Co 15, 12-20), además de ser el único argumento sólido que da sentido pleno al origen y fin último del hombre.

2. ¿PARA QUÉ ES EL KERYGMA?

     Ahora, surge otra cuestión, este anuncio ¿qué tiene que ver en nuestras vidas?, es decir, ¿por qué y para qué murió Cristo? ¿Qué tiene que ver conmigo? ¿qué gano yo con ello?

     Básicamente se pueden mencionar dos razones principales. En la cita anterior (1 Cor 15, 1-4) ya se nos daban algunas pistas, una de ellas es: 

     1) para el perdón de nuestros pecados (1 Co 15, 3). Realidad que debe llevar al hombre a meditar y agradecer el amor tan grande que Dios le ha tenido perdonándole y purificándole de sus pecados (cfr. Ef 1, 7).
     Y la segunda razón, es resultado de la primera, es decir, que ha perdonado los pecados al hombre 2) para alcanzar la salvación o vida eterna, mediante la resurrección después de esta vida mortal. 
     
     Ahora bien, esta verdad de salvación, que debe ser recibida desde la fe, nos lleva consecuentemente a una última cuestión.

3. ¿QUÉ TENGO QUE HACER A CAUSA DEL KERYGMA?

     Ante la realidad de un Dios que se ha hecho hombre para sufrir, morir y resucitar por el perdón de los pecados de todos los hombres, no debemos quedar indiferentes, sino por el contrario, nos debe llevar a responder a este acto de amor realizado únicamente por nosotros y con la intención de salvarnos de la esclavitud del pecado (cfr. Jn 8, 34) y de la muerte eterna (cfr. Ap 21, 8) ─como se mencionó anteriormente─.

     Entonces, ¿en qué consiste mi respuesta a la llamada del kerygma? ¿qué nos exige el aceptar dicho anuncio de salvación (kerygma)? La respuesta también la encontramos en la misma Sagrada Escritura, esta vez, a través del vicario de Cristo, el apóstol san Pedro, el cual en una de sus cartas escribe lo siguiente en relación a las consecuencias de habernos unido a Cristo muerto y resucitado:
«(21)Pues para esto los llamó Dios, ya que Cristo sufrió por ustedes, dándoles un ejemplo para que sigan sus pasos. (22)Cristo no cometió ningún pecado ni engañó jamás a nadie. (23)Cuando lo insultaban, no contestaba con insultos; cuando lo hacían sufrir, no amenazaba, sino que se encomendaba a Dios, que juzga con rectitud. (24)Cristo mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para que nosotros muramos al pecado y vivamos una vida de rectitud. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados. (25)Pues ustedes andaban antes como ovejas extraviadas, pero ahora han vuelto a Cristo, que los cuida como un pastor y vela por ustedes». (1 Pe 2, 21-25)
     De esta maravillosa cita de la Palabra de Dios podemos extraer dos ideas principales que resumen lo que debemos hacer de cara a la fe en el kerygma, a saber: morir al pecado y llevar una vida de rectitud, aspectos que se traducen en la palabra conversión.

     1) Morir al pecado: que consiste en la lucha contra los vicios que nos apartan del amor de Dios y nos privan de su Reino (cfr. Gl 5, 19-21; 1 Co 6, 9-10; Ef 4, 17-5, 5).

     2) Llevar una vida de rectitud: que consiste en la vida de la gracia de Cristo por la acción del Espíritu Santo (cfr. Rm 8, 1-4; Gl 5, 22-25), en una vida que se esfuerza por agradar a Dios obrando lo que a Él le agrada (Rm 12, 1-2; Col 3, 12-15).

     En conclusión, el kerygma es el núcleo del Evangelio, lo más importante a meditar y vivir en el cristianismo, el anuncio de Cristo muerto y resucitado, anuncio de salvación que da sentido a la existencia humana dando esperanza de vida eterna. Este anuncio debe ser meditado, vivido y proclamado en todo tiempo, sin embargo, en la vida de la Iglesia se le da un mayor realce y fuerza a la proclamación de este anuncio en el tiempo litúrgico de la Cuaresma (Semana Santa) y de la Pascua, donde celebramos el misterio pascual de Cristo (Pasión, Muerte y Resurrección).


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